Poema compuesto por Ibn al-Jatib poco antes de morir y que aparece al final de su obra `Amal man tabba li-man habba (Arte del que emplea su talento médico a favor de quien ama). Es recogido , asimismo, por un gran número de fuentes, con múltiples variantes, como puede verse en su diván (ed. M. Miftah, I, nº 115):
Somos de condición deleznable y tenemos que morir:
predicamos un sermón admonitorio, aunque estemos callados.
Fuimos soles del cielo de la grandeza,
subimos, y lloraron por nosotros los horizontes.
Fuimos grandes y nos convertiremos en huesos;
antes dábamos de comer, y ahora seremos comidos.
¡Cuántos han sido llevados a la tumba desnudos,
y habían tenido las arcas llenas de vestidos!
Lo nuevo se destroza cuando el plazo final
hace sentir sus estragos.
Diles a los enemigos: “Ya desapareció Ibn al-Jatib;
ya murió; pero ¿quién es el que no morirá?
Algunos se recreaban antes con él;
puede ser que hoy se recree con él Aquel que no muere (=Dios)”.
(Tr. M. C. Vázquez de Benito).
Ibn Rushd (Averroes), en su Compendio de la obra “Sobre la complexión” de Galeno: “Por eso qué bella es la frase de los antiguos que dice: `el hábito es una naturaleza adquirida’” (Enviado por M. C. Vázquez de Benito) ولذلك أحسن القدماء في قولهم : العادة طبيعة مكتسبة